Investigadores de la UAH desgranan los secretos de las inscripciones latinas Universidad de Alcalá El Imperio Romano dejó una huella imborrable en el mundo occidental y su legado, escrito en las piedras, es objeto de estudio del centro Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), en el que investigadores de la UAH recopilan, clasifican y estudian las inscripciones latinas de la Península Ibérica. El principal cometido del Centro es elaborar la nueva edición del Corpus Inscriptionum de Hispania (CIL II),la recopilación de inscripciones latinas del Imperio Romano correspondientes a Hispania, que sigue fielmente la primera publicación del Corpus realizada por Emil Hübner en 1869. “Contamos con una red de corresponsales en toda España que nos informan cuando aparece una inscripción latina, pero también nosotros buscamos sobre el terreno o en distintas publicaciones, como en los boletines de las Diócesis. Cuando se localiza la inscripción, comienza nuestro trabajo”, explica Helena Gimeno, directora del centro. Esta labor de recopilación ayuda a recuperar el patrimonio. “A veces logramos salvar piezas valiosas, como cuando encontramos una inscripción en el antiguo zoológico de San Fernando de Henares. El propietario estaba a punto de deshacerse de ella. Hoy está expuesta en el Museo Arqueológico de Madrid”, comenta Gimeno. “El primer paso es descartar falsificaciones. Una vez comprobada la autenticidad de la pieza se realiza un calco con papel de estraza. Antiguamente solían estar rellenas de minio rojo, pero muy pocas lo conservan”. La siguiente fase consiste en el estudio y edición de la inscripción; un proceso complejo en el que se describe la pieza, se realiza una referencia del hallazgo, se lee y se traduce la inscripción del latín al castellano y se contextualiza en su época. Es un proceso de documentación muy concienzudo que, bien hecho, proporciona una información muy valiosa. “Por el tipo de letra se puede saber de qué época es la inscripción y por la forma, la zona de procedencia. Por ejemplo, las inscripciones de Cádiz suelen ser hexagonales”, indica la investigadora de la UAH. Las inscripciones a veces se encuentran tan deterioradas que no son legibles, pero aún así “tienen un gran valor, porque es importante saber que en una zona existía el hábito epigráfico”, apunta José Luis Moralejo, catedrático de Filología Latina de la UAH e investigador del CIL. Una vez completado el estudio de la inscripción, se publica en revistas especializadas para que la comunidad científica tenga a su disposición los datos. La epigrafía se constituye en una herramienta útil para los arqueólogos y los historiadores sociales. Gracias al estudio de las inscripciones sabemos, por ejemplo, que el latín de Mérida es más correcto que el usado en Pompeya. Fuente: Universidades
|